¿Puede la economía soñar con vehículos eléctricos?

En el texto de la consulta pública previa a la elaboración del texto del anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, publicado el 18 de julio de 2017, ya se definían los objetivos cuantitativos que la economía española debe alcanzar según los compromisos adquiridos con la UE: la senda de descarbonización a 2050 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 80% y 95% respecto de 1990, y una reducción de los Gases de efecto invernadero de un 26% respecto de 2005. Dicha consulta recibió más de 350 aportaciones hasta el 10 de octubre de 2017.
Cuando se produce un cambio estructural en un mercado, los sectores que confluyen han de aportar su perspectiva para que este cambio sea considerado una transición, a fin de que de manera progresiva se vaya avanzando hacia la nueva configuración. Para ello, los actores deben ser considerados de manera activa, si bien estos deben asumir que el cambio es imparable y totalmente necesario, por lo que en lugar de actuar como resistencias que denuncian resignación, lo responsable y rentable es que actúen de manera comprometida en la transformación de sus propios modelos de negocio a largo plazo. Tras el anuncio del
Gobierno de España de este martes 13 de octubre de 2018 de prohibir la venta de nuevos vehículos que utilicen combustible fósil en 2040, las compañías petroleras bajarán en bolsa, los fabricantes y comercializadores de coches esgrimirán que los plazos no son los suyos, y ambos sectores detallarán las dificultades para poner en marcha el sistema. Es lógico, hacen su trabajo, pues son resistencias naturales de mercado a todo cambio estructural por parte de cualquier sector que quiera defender su plan de beneficios a largo plazo y los plazos de amortización de sus inversiones.
Para que el plan sea efectivo, encontramos varios factores. Por un lado, la necesidad de contar con una red de recarga que satisfaga a la demanda de todos los vehículos eléctricos que de manera ingente se van a ir incorporando al parque automovilístico de aquí a 2040. Por otro lado, una red de transporte público eficaz que facilite la complementariedad con el vehículo privado. Además, ayudas para la reducción de precios de los vehículos eléctricos, ya que durante los primeros años precisará aún de estímulos que los hagan más asequibles, si bien su adquisición en el tiempo se irá generalizando al abaratarse con la evolución de la innovación tecnológica entre marcas y modelos. Asimismo, un plan de cualificación para generar
profesionales que permita a España ser un país competitivo en la generación y en el funcionamiento de un sistema de energía y movilidad sostenible, a lo largo de toda la cadena productiva de productos y servicios. Y, sobre todo, el desarrollo de fuentes de energía renovable que permitan satisfacer al incremento de demanda de electricidad para la recarga del futuro parque eléctrico, para cerrar el modelo de economía circular.
Todos estos factores son en sí mismos oportunidades. Oportunidades para generar nuevos modelos de negocio en torno a la economía circular. Oportunidades de inversión rentables con una demanda creciente. Oportunidades para desarrollar iniciativas innovadoras y liderar un modelo económico puntero, sostenible y diversificado. Oportunidades para contribuir a una verdadera y definitiva transformación de nuestra economía.

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