Punto final al Plan de Energía Limpia de Obama


Trump

El fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, anunció a comienzos de octubre, durante una visita a Kentucky, cuna de la minería estadounidense, que ya tenía lista la propuesta para desmantelar una de las regulaciones medioambientales más ambiciosas de Obama, el llamado Plan de Energía Limpia (Clean Power Plan).


Apenas una semana más tarde el anuncio se hizo realidad y ya ha firmado el documento, que tendrá que defender en los tribunales porque al menos cuatro Estados -Massachusetts, California, Oregón y Carolina del Norte- han anunciado ya su decisión de retarlo judicialmente.

La iniciativa y la rapidez con la que se ha desarrollado no puede sorprender a nadie y menos a los defensores de la energía limpia.


Como fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt demandó a la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) en catorce ocasiones por sus intentos para limitar las emisiones de gases contaminantes. Sus correos oficiales revelan que los abogados de la industria energética escribieron por él los argumentos contra la EPA. Entonces se cumplió su sueño y Donald Trump llegó al poder con la promesa de devolver el brillo a la industria energética más contaminante, la del carbón.


Lógicamente, el nuevo mandatario puso a Pruitt al frente de la agencia contra la que tanto había luchado.


Pero si lamentable es este empeño en la lucha contra el Plan de Energía Limpia, cuyo principal pecado puede ser el haber sido diseñado por el antecesor de Trump en el despacho oval, no lo es menos el que las medidas adoptadas hasta el momento se hayan tomado sin tener aún ninguna alternativa regulatoria.


Pruitt afirma que la misma se redactará «con humildad, escuchando a los afectados» ya que la desmanteladas era injusta y arrogante porque elegía «ganadores y perdedores».


«La guerra contra el carbón se ha acabado», sentenció ante los mineros de Kentucky, que le aplaudieron exultantes, aunque ninguno preguntó acerca de cómo o cuándo van a volver los empleos que han desaparecido.


Nadie ha dicho nada al respecto, como tampoco han aclarado que valor va a tener una medida que supondrá la desaparición de las restricciones al carbón….cuando la industria ya se ha dado cuenta de su falta de rentabilidad.


El carbón supuso el año pasado un 30% de los combustibles utilizados, cayendo por primera vez por debajo del 34% que alcanzó el gas natural.


Un adelantado a los Acuerdos de París


El plan que Obama desarrolló en 2014 se adelantaba a los Acuerdos de París y exigía a todos los Estados de la Unión que redujesen sus emisiones fósiles en el sector de la electricidad un 32% para el año 2030, tomando como punto de referencia los niveles de emisiones del 2005.

La forma de llevar a cabo la medida era flexible, ya que utilizar, para alcanzar ese objetivo, la estimulación de la producción de energías alternativas o el desarrollo de recursos orientados a la mejora de la eficiencia energética.


Pero la propuesta suscitó división de opiniones en el estamento legal: los fiscales de 26 estados se sumaron a Pruitt para demandarlo, mientras que otros 18 se emplearon en la defensa de la EPA.


Dos años después, cuando el mundo se puso de acuerdo para una meta más modesta, la de recortar las emisiones de carbón entre un 26% y un 28% con respecto a los niveles de 2005, el plan energético de Obama daba la confianza de que EE UU podría cumplir con su parte del trato.


Pero Donald Trump, se ha desentendido del tema aunque, a efectos prácticos el objetivo podría cumplirse si las ciudades y estados continuasen con el plan de Obama.

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