Pensar en el futuro

Que un político diga que hay que despolitizar algo puede sonar contradictorio. Sin embargo, en cuanto a las políticas vinculadas a la energía, tengo el firme convencimiento de que no debería haber enfoques sesgados ideológicamente y que solo deberíamos regirnos por la racionalidad a la hora de tomar decisiones. No hay energías de izquierdas ni de derechas. Lo que sí hay son políticas adecuadas para este momento y otras que, por apoyarse más en prejuicios que en evidencias, no lo son.


Tenemos que apuntar a la neutralidad tecnológica, sin potenciar unas tecnologías frente a otras y sin privilegiar unos territorios frente a otros, guiados por una prioridad muy a tener en cuenta: que haya la mayor cantidad de horas posibles de energía renovable al menor coste posible. Las metas, por otra parte, que siguen las políticas energéticas que ya ha marcado el Gobierno son cumplir con los objetivos del clima, la descarbonización de la economía y mantener la transición energética. Y todo ello, manteniendo una línea de conducta basada en dar cumplimiento a los principios de sostenibilidad económica y financiera, junto con la garantía del suministro.


No debemos olvidar que entre los años 2004 y 2012 el precio de la factura eléctrica se incrementó en España un 70 por ciento y junto con eso teníamos una bolsa de 26.000 millones de déficit tarifario. Es lo que hace que aún hoy entre todos los españoles paguemos 2.500 millones de euros cada año. Todo eso fue consecuencia de una mala política regulatoria del PSOE y fue uno de los grandes problemas con que se encontró la administración Rajoy al llegar. Si este Gobierno no hubiera hecho nada, el sistema eléctrico habría quebrado. Hoy pagamos decisiones políticas del pasado que limitan la capacidad de competitividad de nuestra economía y la calidad de vida de las familias.


Por eso, invito a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones, porque es la única manera de afrontar los retos energéticos del futuro.

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